El vino en botica

 

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Tomada de catarrojagentesdelayer.blogspot.com.es

En el mundo del vino siempre hemos defendido su consumo moderado como algo placentero, parte de nuestra vida, parte de nuestra cultura, de la dieta mediterránea, y, sí, también como algo saludable.

Durante generaciones la bota, el porrón, la frasca de vino eran un elemento más del entorno de las clases modestas -no se olvide que siempre han sido las mayoritarias- y el consumo de vino era algo diario que, en forma de embotellado, se convertía en elemento que daba prestancia a cualquier evento social. Los niños de mi edad, en mi tierra, merendábamos a menudo pan mojado en vino con azúcar y no tengo el recuerdo de mis padres como monstruos pervertidores de menores. Al contrario, el haber nacido junto a la modesta bodega familiar, y que el vino fuese un elemento más del entorno, hizo que se me educase en el respeto al mismo.

Luego, creo que allá por los setenta u ochenta, y me temo que empujados por una mezcla de soberbia e ignorancia, el vino  fue desplazado e ignorado por las clases modestas. Eso fue cuando comenzamos a creernos que éramos clase media. Y resulta que, para ser “moderno”, había que darle a la “birra” y al combinado –de importación, por supuesto- y a otro tipo de sustancias no siempre líquidas. Sólo recuerdo una sola canción de aquella época –tan maravillosa, por cierto- que haga referencia al vino, el ¡Ay, Dolores!, la «chica tetrabrik» de Siniestro Total, pero estos gallegos son así y, no sé si gracias al vino,  pero siguen en activo.

Por aquel entonces había mucho demonio que exorcizar y, cómo pontificó Freud, se debía matar al padre y ocurrió que nos pasamos de frenada. Matamos al padre, a la madre, a los abuelos… El por qué me lo imagino y, para no herir sensibilidades, me lo guardo. Pero cómo todo es metáfora, nos cargamos sus símbolos, entre ellos el vino. Este quedó arrinconado y condenado a ser un artículo de lujo o un producto para viejos y de albañiles. Poco “glamour” aportaba a los ídolos de la época. Y el consumo se desplomaba.

A continuación, tras aquel desmelene catárquico, vino la señorita esa que hacía aerobic en la tele…

…y la tal Nasarre nos convirtió en fieles seguidores de la vida sana, lo “light” y vino  otro estacazo al consumo. ¡A por la felicidad por la acelga y el agua mineral!, curiosamente tras aquella época de droga dura, canutos y desmadres en TODAS las campañas antidroga aparecía el vino de manera más o menos explícita. Y el consumo seguía despeñándose.

Pero ¡albricias! Unos años después apareció la “paradoja francesa”;  en 1992 Serge Renaud, director de Investigación del INSERM en Burdeos (Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia) publicó un trabajo en el que mostraba los paradójicos resultados sobre la tasa de mortalidad por enfermedad coronaria y el consumo de grasas saturadas en Francia. Es decir, en aquel estudio Renaud comparó la menor mortalidad cardiovascular de los franceses con el consumo moderado de vino, después de haber realizado análisis en distintos países. Y el consumo, algo, pero subió (en el extranjero mayormente). O sea, que en lugar de adelgazar dando saltitos vestidos con unas pintas horrorosas, se podía hacer pimplándose unos tintos ¿Para esto habíamos matado a padre? ¡Joé que tontos!

Y se montaron organismos para estudiar y difundir los beneficios del vino. Y se encontró el resveratrol, poco menos que el elixir de la eterna juventud; si no mirad este enlace a una revista digital local de República Dominicana. Y ahora resulta que el vino, con moderación –es obligado decirlo para tranquilizar talibanes- es maravilloso para la salud. También está la alternativa de que sea  sin alcohol. Y también los farmacéuticos se han preocupado por el vino. Y, además, han encontrado clones que producen  ¡cinco veces más! de resveratrol en Bodegas Riojanas. Y el consumo sube en todo el mundo…menos en casa.

Mucho me temo que, si no racionalizamos un poco, esta vía se nos puede descontrolar ¿Os imagináis que se dispense el vino en botica, con lo tarde, y mal, que pagan los gobiernos autónomos? Aunque, si el consumo sigue bajando y los precios subiendo, no es descartable. Aunque queda la posibilidad de hacer del vino un genérico…. Por aquello de la austeridad.

P.S.1: Desde que escribí esto ha aparecido el FLA (Fondo de Liquidez Autonómica), algo hemos mejorado,gracias Sr. Montoro.

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Tomada de panageos.es

P.S.2: Tras recientes eventos seguimos con el eterno debate de nunca acabar. Para algunos sólo es vino de calidad el de «boutique» pequeñas producciones, precios altos y glamour; para defender esto arremeten sin piedad contra los vinos más populares, de pruducciones más masivas y precios más moderados. No sé, aunque me lo supongo, que interés tienen en cargarse los vinos de las gamas media y baja y, de paso, el sustento de tanta gente sin ofrecer una alternativa válida ¿más gente al paro? Sra. Báñez no va a dar usted abasto.

Esta entrada fue publicada en El Correo del Vino el 24 de Octubre de 2012.

http://elcorreodelvino.net/seccion/index/28/57/el-vino-en-botica

Acerca de Javier Escobar de la Torre

De origen toledano, Madridejos 1960, me nacieron al lado de la modesta bodega de mi abuelo Isidoro, tras una noche de "monda" de rosa del azafrán. Estudié Químicas en la Complutense especializándome en Química Industrial. Tenía claro que la ciencia sin un fin práctico no me interesaba. Entré cómo "colaborador voluntario" en "El Encín". Era la época de transferencia del INIA a la Comunidad de Madrid y estaban montando, dirigido por Mariano Cabellos, un laboratorio de vinos. Me becaron el Curso Internacional de Viticultura y Enología que dirigía D. Luis Hidalgo y para saber más está LinkedIn http://es.linkedin.com/in/javierescobardelatorre. Desde siempre he estado ligado personal y profesionalmente al sector vitivinícola y ahora, en tiempos duros, estoy intentando ayudar a empresas del sector a ponerse al día.
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