Los enólogos sobramos

Viendo cómo se va moviendo el mundo del vino, y el vino en el mundo, hay que reconocer que la enología sobra, está de más. Hace años escribí aquí sobre lo que entendí como una boutade de un afamado enólogo. Proclamó “odio la Enología”, pues bien parece que va ganando adeptos.

Por lo que se ve ahora hace falta tener un brillante currículo como de Kylie Minogue para dedicarse a esto del elaborar vino. Ha vendido un montón de discos (de música), ha batido records de audiencia (musical), ha tenido importantes reconocimientos a su trabajo (musical). Impresionante historial para que se presente en una lujosa, a la par que elegante, web como “hacedora” de vinos. Mi nivel de Inglés quizás no perciba determinados matices de la lengua de Shakespeare pero Wines by Kilie Minogue significa que esta estupenda cantante elabora vinos, aunque en su brillante trayectoria profesional y académica no aparezca ninguna referencia a la enología, sumillería o un cursillo del PPO (esto para los antiguos). En el lateral aparece como Directora Creativa ¡vaya!

En la página principal, sobre su primer vino comenta:

I am so excited to debut the first of the Collection series. The Côtes de Provence is my first vintage!

 O sea que esta señora por primera vez ha pateado la viña, la ha mimado, ha decidido el momento de la vendimia, ha dirigido la elaboración, catando, fijando parámetros de fermentación… y decidiendo tratamientos y momento de embotellado. Haber vendido 80 millones de discos es lo que tiene, con Julio Iglesias (más de 300 millones de discos vendidos en 14 idiomas) la Enología ha perdido un referente.

Pero bueno esto, como los clean wines de Cameron Díaz, no pasa de ser un argumento más de venta en el Siglo XXI. El Siglo XX funcionaba más o menos igual, Xavier Cugat siempre aparecía en las entrevistas de televisión con una cachimba apagada –no fumaba-, el motivo era que un fabricante le dio una participación de su negocio sólo por prestarse a esa publicidad encubierta…otros tiempos. Mismas trampas.

Lo más serio son las tendencias dentro de los propios enólogos a encumbrar al que no hace (casi) nada para elaborar un vino frente al que se mata a trabajar en una gran empresa para elaborar miles de cajas de un producto de calidad contrastada año tras año ¡Volvamos al curandero y echemos al neurocirujano! ¡Qué cada cuerpo aguante su enfermedad!

Hay vinos “naturales” «de mínima intervención» muy buenos y auténticos petardos. El terroir no es nada nuevo, todos sabemos que hay viñas mejores y peores, viejas y jóvenes, levaduras buenas e indeseables, condiciones de fermentación más o menos ventajosas. Una viña buena bien cuidada y con meteorología favorable dará un vino de alta calidad sí o sí, el vino será bueno sin intervenciones, pero si falla algo en la ecuación habrá problemas ¿Es bueno dejar la calidad al azar?

El primer vino “natural” que probé hace unos años era un airén de Toledo, elaborado con la técnica de mi abuelo Isidoro, despalillado parcial, parte de pieles y hollejos (la casca) en el encube, fermentación  a su bola, poco trasiego (las madres o sea las heces) y poca limpieza. Resultado un brebaje turbio, dorado, aroma a perro muerto e “imbebestible”. Pero muy natural, eso sí horroroso pero natural.

Sin embargo es curioso que muchos de los vinos de viñedo singular están siendo pilotados por enólogos maduros, de prestigio acreditado, que llevan años pegados a la tierra y a la bodega. Muchos de ellos han pasado por grandes empresas donde han adquirido experiencia, conocimiento y profesionalidad valores que parece que pueden ser superados por cualquier celebrity que queda de lujo en una página web.

Por cierto, disfrutando de esos grandes vinos en lo último que he pensado es en el paisaje. Más bien me he acordado del paisanaje.

Y para los «enólogos» que les gusta la lotería, peregil a San Pancracio que es muy milagrero.

Acerca de Javier Escobar de la Torre

De origen toledano, Madridejos 1960, me nacieron al lado de la modesta bodega de mi abuelo Isidoro, tras una noche de "monda" de rosa del azafrán. Estudié Químicas en la Complutense especializándome en Química Industrial. Tenía claro que la ciencia sin un fin práctico no me interesaba. Entré cómo "colaborador voluntario" en "El Encín". Era la época de transferencia del INIA a la Comunidad de Madrid y estaban montando, dirigido por Mariano Cabellos, un laboratorio de vinos. Me becaron el Curso Internacional de Viticultura y Enología que dirigía D. Luis Hidalgo y para saber más está LinkedIn http://es.linkedin.com/in/javierescobardelatorre. Desde siempre he estado ligado personal y profesionalmente al sector vitivinícola y ahora, en tiempos duros, estoy intentando ayudar a empresas del sector a ponerse al día.
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Una respuesta a Los enólogos sobramos

  1. El buen vino se hace antes de nacer la cepa. Eso Kily Minogue no lo sabe.

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